Somos fans del #autobombo. Es la mejor manera que conocemos para que otras personas sepan de nosotros lo que queremos que sepan (y no lo que elijan imaginar).
Pero este post no es de nuestro propio autobombo, sino del que tiene que hacer quien esté ahora leyendo esto.
Y si bien parece algo complejo, todo es cuestión de empezar, como dice nuestro admirado Mandela:
Lo primero que tenemos que hacer es definir a conciencia la imagen que queremos proyectar. Eso nos da una gran ventaja.
Es necesario identificar eso extra y único que nos destaca. Y no tener vergüenza de decirlo, fuerte y claro. No vale decir “me gusta que mi trabajo hable por mí”. Por si queda alguna duda: ¡el trabajo no habla! Así que la única alternativa es ponerle voz nosotros. Sin exagerar, sin mentir, simplemente contando lo que hacemos bien.
Como dice a @AmyCuddy en esta charla que tiene 6 años, pero sigue siendo la 2da con más views en toda la historia de Ted:
Empecemos por esas pequeñas acciones que llevan a grandes cambios.
La cosa es así: la comunicación No Verbal representa una porción enorme de la imagen que proyectamos (93% según investigaciones de Albert Mehrabian). Pero esto no sólo aplica a lo que comunicamos a otros, sino también sobre lo que nos decimos a nosotros mismos. O sea, accionando sobre nuestro lenguaje corporal podemos cambiar la manera en que nos sentimos.
En su charla “El lenguaje corporal moldea nuestra identidad”, Amy Cuddy – reconocida investigadora de psicología social y profesora en Harvard Business School- nos habla sobre como nuestro cuerpo se comunica con el entorno y cómo mediante nuestros gestos puede cambiar completamente la percepción de nuestras intenciones por parte de los interlocutores con los que nos comunicamos.
Pero más allá de cómo afecta en los demás, lo que nos interesa remarcar es cómo nos afecta a nosotros mismos. Poder comprobar esto «en carne propia» hace toda la diferencia.
En vez de Finge hasta que lo consigas (“Fake it till you make it”) Amy nos propone Finge hasta que te transformes. Y en sólo 2 minutos, literal. ¿Cómo? para eso hay que ver su charla Ted.
Si todavía no la viste, ¡llegó el momento!